Mi viaje a la octava isla, Venezuela

Venezuela, ese país tan añorado por los isleños, como nos llaman a los canarios por aquellas orillas, continúa siendo la cuna de cientos de herreños y de canarios en general, que en tiempos difíciles en nuestra tierra se vieron obligados a abandonar su entorno y  emprender la dura travesía de la emigración.

Hace unas semanas recibía la amable invitación de dos colectivos herreños con sede en Venezuela: la Asociación Civil Amigos del Garoé, que tan buena labor realizan en aquel país tanto en el ámbito cultural como en el social en beneficio de los herreños y herreñas que más lo necesitan; y de la Fundación Canaria Virgen de Los Reyes, que gestiona una residencia para mayores impulsada en su momento por el Cabildo de El Hierro y por nuestro querido D. Tomás Padrón, siempre pendiente de los herreños allá donde estuvieran, y con la que colaboraron otras entidades canarias.

A través de una carta me invitaban a participar como Senador por la isla de El Hierro en el 37º Reencuentro Herreño, que celebran cada año y en la 5ª Prebajada de la Virgen de Los Reyes, que celebran de forma cuatrienal coincidiendo con el inicio del año de bajada en El Hierro, nuestra isla y también la suya. Ambas actividades se celebrarían en Quíbor, en el estado de Lara. Como no podía ser de otra forma, me dispuse a acompañarles.

El viernes 2 de diciembre salía de Madrid rumbo al Aeropuerto de Maiquetía, donde aterrizamos sobre las diez de la noche (hora local). Allí me esperaban los compañeros de la oficina del Gobierno de Canarias en Venezuela, quienes me acompañaron durante mi estancia en el país, especialmente Pedro Padrón, piñero y herreño de pro, a quien agradezco su amabilidad, su atención y su esfuerzo impagable.

Embarque hacia Caracas
Al día siguiente, el sábado 3 de diciembre, me reuní a las 8:00 de la mañana con una comunidad importante de canarios, especialmente de herreños, en el Hogar Canario Venezolano de Caracas. Con ellos pude charlar sobre sus raíces, sus vivencias y sus situaciones particulares, algunas de ellas algo complicadas por la escasez de alimentos, el elevado precio de todos los productos y lo más preocupante, la dificultad para adquirir medicamentos. Sobre la marcha, me enseñaron las instalaciones del club, que cuenta grosso modo con tres canchas de tenis, un terrero de lucha por el que han pasado algunos de nuestros más destacados puntales, una cancha para jugar a la petanca, una biblioteca, una sala de actos o una ermita que alberga las diferentes patronas de cada una de las Islas Canarias.

Charlando con herreños
Desde allí, partiríamos a las 9:30 de la mañana hacia Quíbor, repartidos en tres guaguas debido a la gran afluencia de herreños. Por delante, más de siete horas de carretera, con el impresionante telón de fondo de los extensos campos, las altas cordilleras y los pintorescos pueblos que salpican la geografía venezolana. Sin duda, un país precioso.

Vista de Barquisimeto rumbo a Quíbor
El mismo sábado, tras nuestra llegada a la hostería de Quíbor, regentada por el herreño Matías Morales y que dio albergue a toda la colonia herreña desplazada hasta allí, tuvo lugar a las 20:00 horas el mencionado Reencuentro Herreño, donde tuve la oportunidad de intevenir y de saludar a todos los presentes, entregarles algunos obsequios que les había llevado desde su querida isla de El Hierro, como una réplica en miniatura del tambor herreño o un cartel anunciador de la Bajada de la Virgen de Los Reyes 2017, que colocarán con mucho cariño en su lugar de reunión. Tras las palabras, una cena donde no faltaron el queso herreño y las quesadillas, obsequio del Cabildo Insular de El Hierro.

Reencuentro herreño
Ya el domingo tuvo lugar la Prebajada de la Virgen de Los Reyes. Tras la eucaristía en la Iglesia de Quíbor, los bailarines de El Sabinar y del Hogar Canario Venezolano en Caracas hacían la correspondiente venía con chácaras, pitos y tambores para levantar a su querida Virgen de Los Reyes y depositarla, tras más de cinco kilómetros de recorrido y bajo un intenso calor, en el hogar de la Fundación Virgen de Los Reyes. Del recorrido, recordaré para siempre las lágrimas de muchas personas deseosas de portar sobre sus hombros, aunque fuera por unos minutos, el corso de la Virgen. También me impactó la fuerza y la valentía de algunas personas de avanzada edad que resistieron todo el camino, y es que por allá también se cumple aquello de "por ver a la madre amada, no siento la caminada". Por mi parte, feliz de tocar el tambor durante algunos minutos, de cargar el corso de la virgen en diferentes tramos y sobre todo, poder acompañar a los herreños en Venezuela en un día tan señalado para ellos.

Prebajada en Quíbor
Una vez llegamos al punto final del recorrido y de reencontrarme felizmente con muchas personas que han vivido en El Hierro durante algún tiempo y que marcharon para Venezuela, almorzamos para disponernos a salir en guagua de vuelta hacia Caracas. Un largo recorrido que había que finalizar a ser posible antes de oscurecer, por motivos de seguridad principalmente.

Sirviendo la paella preparada para el almuerzo
Para finalizar mi estancia en Venezuela, ya el lunes me reuní con la Asociación Civil Amigos del Garoé, un magnífico equipo capitaneado por su presidenta, Eddy Cejas, y su secretaria, Margarita; dos personas con un corazón inmenso que se están dejando la piel para ayudar a muchas personas de nuestra tierra que no pueden satisfacer sus necesidades más básicas, como los alimentos y la medicación, unas veces con más ayuda y otras, no tanto. Me llama la atención la inmensa huella que dejó nuestro querido D. Tomás Padrón mientras fue presidente del Cabildo Insular, quien no dudaba en prestar todo el apoyo necesario para que "Garoé", como llaman comúnmente a este colectivo, desarrollara de la mejor forma su labor. Me comprometí con ellas a consensuar el apoyo de las administraciones herreñas y canarias para poder asegurar la continuidad de su importante trabajo.

Reunión con Garoé
Por otro lado, tuve la oportunidad de reunirme con el delegado del Gobierno de Canarias en Venezuela, D. Jesús Pérez, quien me detalló algunas de las acciones que realizan desde su equipo de trabajo, principalmente facilitando algunos trámites administrativos y gestionando algunas ayudas necesarias para los canarios y canarias.

Me despedí de Venezuela desde lo alto del cerro del Ávila, tras subir en teleférico y desde donde se puede disfrutar de una vista impresionante de la cuidad de Caracas al completo. Desde allí, partí hasta el aeropuerto de Maiquetía, desde donde despegué hacia Madrid sobre las 19:00 horas del martes 6 de diciembre.

Vista de Caracas subiendo al Cerro el Ávila
Un viaje lleno de emociones, de reencuentros con amigos, familiares y muchos paisanos. Sin duda, en Venezuela hay un pedacito muy importante del corazón de Canarias, por lo que el título de "octava isla" se encuentra más que justificado.

Un país inmenso y lleno de vida que pasa en la actualidad por sus horas más bajas. Sin embargo, los canarios en Venezuela, con la vista siempre al mar, me descubren un horizonte lleno de esperanza.

En el avión de vuelta a Canarias
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PabloRguezCejas